lunes, 21 de marzo de 2011

20 recomendaciones de un marcapáginas extraviado


Ayer perdí el marcapáginas que llevaba conmigo desde otoño de 2008; mi relación más duradera con un marcapáginas.
He aquí 20 una selección de 20 momentos que vivimos juntos (ordenados temporalmente)

- Los secretos de ese "Corazón tan blanco" de Javier Marías (24.10.2008)
- El desorden de laberintos de sentimientos y pasiones que canta "Percanta que me amuraste" de Iris M. Zavala (18.01.2009)
- El hueco de la escritura en la escritura de Octavio Paz (febrero de 2009)
- La escritura austera y los límites de la humanidad que relata Cormac McCarthy en "La carretera" (marzo de 2009)
- El teatro bajo la arena de Federico García Lorca (abril de 2009)
- La mirada de un padre que nos descubre "Ojalá octubre" de Juan Cruz (22.06.2009)
- La aperente cercanía de ese "Ruido de fondo" que se vuelve real gracias a Don DeLillo (27.08.2009)
- La estructura y el buen hacer de Mario Vargas LLosa en "Conversación en la catedral" (11.09. 2009)
- El retrato social y humano de todo un continente que Kapuscinski traza en "Ébano" (07.10.2009)
- La trascendencia de las reflexiones que Francisco Umbral hace en "Mortal y rosa" (enero de 2010)
- Los personajes que Benedetti consigue encontrar en "La tregua" (07.02.2010)
- La vida (y las palabras) de Pablo Neruda en "Confieso que he vivido" (18.02.2010)
- La colocación de las sílabas de "Lolita" en el paladar (18.03.2010)
- Ese París que fue una fiesta para Hemingwey (abril de 2010)
- Esa otra realidad, más divertida y más real, a la que juegan Lucas y los cronopios de Cortázar
- Las novelas cortas de Philip Roth: "Indignación", "Patrimonio", "La humillacion",...
- La conciencia moral y social que describe Albert Camus en "La peste" (06.10.2010)
- La sencillez y el estilo de John Steinbeck en "De ratones y hombres" (enero de 2011)
- La oscuridad del ser humano que tan bien oculta y exhibe Philippe Claudel en "El informe de Broddeck" (15.01.2011)
- ELa extinción del ser humano que profetiza de forma tan bella Arthur C. Clark en "El fin de la infancia" (04.03.2011)

Te echaré de menos

martes, 25 de enero de 2011

Visita al médico

Durante una visita al médico pueden suceder varias cosas:

1. Llegar con 15 minutos de antelación a tu cita y ser llamado a consulta 90 minutos después de la hora acordada. Las matemáticas nos dicen que suman 105 minutos de espera que, sin embago, tú sufres como si se tratara de 300. Descubriendo así la impaciencia, el nerviosismo, la desesperación, el enfado y, sobre todo, el estrés que produce esperar a que lo que tiene que ocurrir, ocurra.

2. Redescubrir que los niños son realmente inocentes.
Caso 1: una madre, cansada de la hiperactividad de su hija, decide proponerle un juego, que ella llama "el de la estatuas". Consiste en que cuando ella cuente hasta 3, la niña en cuestión debe quedarse completamente parada (y callada, obviamente). Si no lo hace, pierde. ada vez que la niña perdía, le pedía a su madre: "otra vez, otra vez".
Caso 2: un niño sale de la consulta con un papel en la mano insistiendo a su madre en que firme el documento. Se trata de un diploma oficial al valor, entregado a todos aquellos que no lloraron durante la visita al médico. Para que sea oficial debe llevar las firmas del médico, los padres y el niño, que en el documento aparece bajo el nombre de héroe.

3. Terminarte un libro recién comprado el día anterior, antes incluso de que pasen 24 horas. Con sus complementarias sonrisas y emociones conseguidas gracias a los más extraños y pequeños detalles junto a los momentos más íntimos. Incluso en un hospital se puede leer.

4. Terner ganas de moverte de una sala de espera abarrotada de gente: para ir al baño, para darte una vuelta, para comer y/o beber algo,... Pero no poder hacerlo por miedo a no estar presente en el momento en el que pronuncien tu nombre.

5. Oír tu nombre, buscar la consulta 8 y nada más entrar ver: consultas 1, 2 y 3 a la izquierda / Consultas 4, 5 y 6 a la derecha. ¿Y la 8 dónde está? No existe. ¿Entonces por qué me han llamado a ella?

6. Que un doctor joven sea "muy" amable contigo, quizá "demasiado", se interese por tu vida, etc etc etc...¿Está intentando ligar conmigo doctor?

7. Descubrir que tras más de hora y media de espera no te van a decir nada nuevo. Básicamente lo que ya sabía, soy alérgico a la vida. Tome, le receto otras pastillas, un spray y un colirio, que sumar a las otras 2 pastillas que ya tenía, el aerosol y las inyecciones... Vuelva el año que viene.

8. Tras una larga mañana y gracias a que uno conoce bien el hospital (de algo tiene que servir haber estado ingresado un mes allí) decido recordar aquella maravillosa esponjosidad de los donuts de la cafetería que fueron mi perdición durante aquel horrible mes... La mentablemente los donuts han dejado de ser un productor de dicha cafetería...

Y uno vuelve a casa con la sensación de haber perdido la mañana.

domingo, 17 de octubre de 2010

La vida te da sorpresas


Día a día
Verso a verso
Letra a letra
Noche a noche
Y con mañana ya son 13 días
Siempre las mismas cosas, pero siempre distintas
Conciertos
Teatro
Series/Películas
Libros
Comidas/cenas
Y personas: sobre todo PERSONAS
Gracias a todas las personas de los últimos 13 días (experiencias)
Una sorpresa tras otra: descubrimientos, reencuentros, novedades, ilusiones...
Por tu vida muerdo...
Y en breve: Donosti
Y lo que nos queda por delante

La vida nos da sorpresas

jueves, 7 de octubre de 2010

Extractos de un día en la universidad


Levantarse en la franja horaria entre las 6 y las 7 de la mañana es algo que no frecuento. De hecho posee una extraña cualidad...Estoy convencido de que me he levantado más veces a partir de las 7 de las que me he acostado, sin embargo, me he acostado más veces entre las 5 y las 6 de las que me he levantado, pero...¿entre las 6 y las 7? De momento sumemos una vez más a las veces que me he levantado.

El metro a las 6 de la mañana no es el metro. Al menos las personas que van en él no son personas sino una gran comunidad de hormigas que se mueven según actos reflejos o un complejo sistema sanguíneo del que no son más que meros glóbulos rojos. Nada de palabras, nada energía...nada de vida.

2 horas de aburrimiento colectivo. Ya me lo temía, las clases de la universidad para enseñarte a ser profesor están hechas para tontos, no es de extrañar que de aquellas aulas solo consigan salir tontos, que a su vez convertirán en tontos a sus alumnos. Parece ser el ciclo de la vida. Por si fuera poco hay quien toma apuntes, ¿de qué?

Creo que la vida universitaria no está hecha para mí: horas de espera en secretaría, incompetencia, desesperación...

"-¿Por qué vamos a la universidad? -Para aprender. -¡Pero si no aprendemos! -Algunos pueden pensar que es instructiva. -¡Ojalá!"

sábado, 4 de septiembre de 2010

miércoles, 7 de julio de 2010


Ayer fui a un concierto (bueno, eso no debería ser nada nuevo). Un concierto que podía (y muchos podrán pensar que debía) ser un concierto más. Pero no lo fue.
Fui a escuchar tocar a una persona a la que además de querer, admiro. Le admiro no sólo por su música sino por cómo es, por lo que transmite y expresa, por su forma de entender la música y por todo lo que me ha enseñado (tengo la inmensa suerte de conocerle desde hace años).
Le he escuchado tocar a menos de un metro de distancia en la intimidad de una pequeña habitación, pero también desde la distancia del último anfiteatro en grandes auditorios; le he visto tocar mi cello e incluso hemos tocado juntos. Le he escuchado tocar más de 100 veces y, sin embargo, ayer no fue una vez más. Supongo que con él nunca es una vez más.
Desde el centro de la décima fila de un discreto auditorio de un pueblo de Madrid disfruté de dos horas de la mejor música, sin capacidad para pestañear, ni tan siquiera para pensar, completamente hipnotizado por el sonido de ese cello que tantas veces he escuchado y que no deja de sorprenderme. Hasta mis oídos llegaban notas que un día escribieron Bach, Schumann y Shostakovich, pero yo sólo era capaz de escucharle a él. Emocionado como nunca (y como siempre) por su expresividad, su facilidad, su pasión, su diversión...
Uno creería que después de tanto tiempo ya sabe lo que va a pasar (lo que va sentir) cuando se dispone a escuchar un concierto suyo, pero nada más lejos de la realidad, siempre acaba sorprendiéndome, nunca sé cómo me va deleitar cada vez, lo único seguro es que lo va a hacer.
Recuerdo la primera vez que le escuché tocar...ayer le escuché como siempre: como si fuera la primera vez.

Muchas gracias Asier

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Hoy vuelvo a encontrarme con esas primeras veces de las que hablé hace poco tiempo, y descubro que esas primeras veces no han de ser necesariamente las primeras. Lo fantástico de las primeras veces es que tienen la inexplicable capacidad de repetirse. Tal vez tenga algo que ver con el río de Heráclito: uno puedo bañarse mil veces en el mismo río, pero el río nunca será el mismo; aunque quizá sea más importante que ni siquiera yo seré el mismo. Siempre nos bañaremos como si fuera la primera vez.
Puedo haber visto cientos de veces el mar (incluso haber vivido cuatro años a tan sólo unos metros de distancia); y sin embargo nunca ha perdido la capacidad de relajarme, de evadirme, de sorprenderme, de hacerme llegar a lugares inexistentes con el mero hecho de contemplarlo. Siempre lo observo como si fuera la primera vez.
Puedo haberme subido cientos de veces a un escenario (a tocar o a actuar); y sin embargo nunca ha perdido la capacidad de hacerme sentir, expresar, transmitir, vivir cosas distintas con el mero hecho de tenerlo bajo mis pies. Siempre lo disfruto como si fuera la primera vez.
Puedo haber escuchado tocar a mi profesor de cello cientos de veces; y sin embargo es capaz de hacerme sentir cada vez que le estoy escuchando como si fuera la primera vez.
No sé si esa repetición inexacta y única nace de un truco de magia o es un fallo en el transcurso del tiempo, pero lo que sé es que sin esas cosas que siempre se repiten (y nunca se repiten), sin esas primeras veces eternas, la vida sería menos vida (al menos la mía).

Porque aunque pueda parecer lo contrario: nadie besa dos veces a la misma mujer.