domingo, 17 de enero de 2010

Formas de explicar


Un escenario vacío y a medio iluminar. ¿Vacío? No. Puede olerse que en ese lugar ha pasado algo o mejor dicho, que en ese lugar va a pasar algo. Una silla. Una mesa. Una cama. Algo de ropa esparcida por la habitación. Podemos observarla todo lo el tiempo que queramos, pero nuestra mirada no puede detenerse en ningún lugar en concreto, sino navegar entre las cosas para intentar escuchar todo aquello que esos objetos dirían si pudiesen hablar y que nos están contando con su sola presencia. Pero no ocurre nada todavía (¿o sí?)


El ambiente se relaja (los violines continúan con la melodía mientras aprovechas para descansar). Ahora empiezas a acompañar a esos violines dialogando con ellos.

Y entonces entras lentamente en escena. Una mujer. Sola. Sin movimientos bruscos. Pero sólo con su caminar eres capaz de sentir todo el drama que lleva por dentro. La luz comienza a debilitarse mientras un único punto fijo sigue los pasos de la mujer. Que cae tendida en la cama como si hubiese muerto de dolor tras la tragedia.







No.
No estoy hablando de teatro.

Esto es una clase de cello.

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