miércoles, 24 de junio de 2009

Cuaderno de vitácora o Lista de la compra

1 acompañante: el violoncello

+ 1 helado
+ 1 cocacola
+ 1 porción de pizza
+ 1 catedral
+ 2 sandwiches
+ 2 ríos
+ 2 libros: el final de uno (Ojalá octubre) y el comienzo de otro (Trilogía de Nueva York)
+ 4 clases de cello
+ 5 ciudades: Frankfurt > Duisburg > Essen > Düsseldorf > Köln > Frankfurt
+ 6 trenes
+ 7 horas de viajes
+ 7 paradas de metro
+ 24 horas
+ 44 fotos

+ Cientos de canciones
+ Montones de cascanueces y relojes de cuco
+ Indecentes cantidades de tiempo andando

+ Un recuerdo/imagen/instante: Colonia (Köln) (en realidad mucho más que eso)

= DEMASIADO CANSANCIO ACUMULADO

domingo, 21 de junio de 2009

Segunda parada: Lübeck (versión 2)

Freitag 19. Juni 2009
19.48 Lübeck Hauptbahnhof.
20.22 Hotel Herrenhof (Zimmer-Nr. 27).
¿Cuántas posibilidades hay de encontrar a alguien que hable castellano en una ciudad como Lübeck?
La segunda persona con la que hablo lo habla.
22.17 Rathaus, Breite Stasse.
Antes de regresar al hotel busco una cerveza alemana (negra o tostada, por supuesto). Plaza del ayuntamiento, bar de copas, viernes noche: voy a entrar..."estamos cerrando" (es lo que me dicen aunque no lo entiendo por sus palabras sino por la forma de sus palabras). ¿A estas horas? Creo que no me va a gustar Lübeck...
A punto de dar por imposible mi búsqueda descubro a la vuelta de una oscura esquina (como todas las de Lübeck a estas horas) un garito alemán: The saloon. Entro. Una camarera rubia; poco más de 40 años; todos los brazos tatuados. Cinco alemanes y una alemana. Clientela fija. Parecen sacados de alguna ciudad del medio oeste americano. Suenan los Rolling. Me quedo. Mi perfecto alemán no me sirve más que para conseguir una Murphy.
23.14 Hotel Herrenhof.
Alguien llega a la habitación 26. Oigo voces. Habla por teléfono. Una mujer. Parece joven. ¿Es castellano? De repente veo un vaso de cristal e imito la situación clasica: oído, vaso, pared...Falsa alarma: no entiendo nada. Las paredes traducen a nuestro idioma todo lo que oímos.
¿Dos personas que hablen castellano en Lübeck en tres horas? Imposible.
Samstag 20. Juni 2009
04.33 Zimmer.
Me despierto. El sol ciega mi habitación. A estas alturas de año amanece a las 04.00 en Alemania, un país que no conoce el concepto de persiana (también tienen quivocado el concepto de almohada). Vuelvo a dormirme en intervalos de 30 minutos.
07.00 Esszimmer.
Desayuno. Descubro a mi vecina de habitación. Aparentemente mi edad. Vestido negro. ¿Será músico? (¿Se puede decir música?) No le oigo hablar español.
07.59 Musikhochschule.
Llego al conservatorio. Ella está. Violinista. Viene a hacer pruebas.
09.36 Musickhoschschule.
¿Hablas español? -escucho. Resulta que sí que había escuchado hablar a dos personas español en mis primeras 3 horas en Lübeck.
12.51 Musikhochschule.
Decidimos ir a comer juntos (horario alemán). Salimos a la calle. Diluvia. Buscamos un restaurante. Un italiano. Completamente entero para nosotros. Entramos empapados. Una mesa. Una rosa. Nos encienden una vela.
13.45 (...)

Segunda parada: Lübeck (versión 1)


Si hay algo que caracteriza Lübeck debe ser su inexistencia. Puede parecer extraño, pero cualquiera que haya estado alguna vez allí lo sabe: Lübeck no existe, y esto no es así tanto por su condición de ciudad fantasma (condición que no deja de poseer) como por tratarse de una ciudad de cuento.
Sólo una ciudad de cuento puede poseer tantas casas de chocolate en cuyos interiores Hänsel y Gretel luchan entre la vida y el azúcar.



Iglesias que podrían ser castillos, oscuros pasadizos, plazas donde bien pudieron realizarse justas medievales...y todo ello en una ciudad que no es una ciudad, sino una isla que dos ríos separan de la realidad. Una ciudad de tejas rojas. Una ciudad de frío escandinavo, brisa oscura y luz tenebrosa (especialmente bajo los enormes picos verdes de sus iglesias).
No me extraña que una ciudad con casas que protagonizan historias (Los Buddenbrook) haya dado a luz a dos genios: Thomas Mann y Günter Grass.

Mientras el león que vigila a la entrada de la ciudad siga soñando con ella, no hay problema de que desaparezca.


miércoles, 17 de junio de 2009

Deutsch

He llegado a la conclusión de que el alemán no es tanto un idioma como un juego. Y cualquier persona que haya sido niño alguna vez lo sabe. ¿Qué niño no se ha sentado alguna vez bajo la sombra de la torre de babel y ha necesitado-elaborado-y-utilizado un idioma creado por él mismo? Fue así como nacieron los idiomas de una sola vocal o aquellos en los que el orden de las sílabas se invertía (aunque tal vez tampoco sean tanto idiomas como secretos).

Últimamente sospecho que los alemanes nunca dejaron de jugar a ese juego, sólo que en vez de convertir todas las vocales en la misma, fueron quitando vocales poco a poco de sus palabras (a veces las maquillaban con diéresis) para convertir su lenguaje en un laberinto de consonantes. Pero el juego preferido de aquellos niños (en realidad, expertos lingüistas) era aquel de encadenar palabras (ya sabéis, la última sílaba con la primera de la siguiente), y así fue como muchas de sus palabras dejaron de serlo para convertirse en enormes dinosaurios capaces de devorar no sólo oraciones, sino párrafos enteros.

Son muchos los niños que han jugado al alemán; desde Goethe hasta Hermann Hesse, pasando por Rilke, Schopenhauer, Freud o Thomas Mann; pero aunque pueda parecer un juego complicado, también es divertido y, a veces, incluso bonito. Sólo hay que pensar en el sonido de Die schöne Müllerin, Winterreise o Schawanengesang en la voz de Fischer-Dieskau.

Sin embargo, si me dieran a elegir, yo me quedaría con esas grotescas aunque caprichosas consonantes (ges, erres, eses y tes) que la garganta de Ute Lemper escupía hasta convertir en casi obscenas.





Habrá que aprender a jugar.

martes, 16 de junio de 2009

Primer mandamiento veraniego


1. ODIARÁS EL CALOR SOBRE TODAS LAS COSAS


...también en los días nublados.

(especialmente si vas a casa de alguien alguno de esos días y, como relacionan nubes con frío, tienen encendida la calefacción)

¿Calefacción? ¿¿En junio?? ¿¡¿¡Estamos locos!?!?

Si quieres sudar...¡vete a una sauna!

viernes, 12 de junio de 2009

Coleccionando signaturas


La primera vez que me enfrenté a la tarea de recaudar firmas fue en mi
primera comunión. Un álbum en blanco y una misión: conseguir las dedicatorias y firmas de todos mis familiares. Empresa que cumplí con éxito (asegurado) y con poca motivación (y la que había: paternal).

Tuvo que ser durante el primer entrenamiento del primer Madrid de Capello cuando descubríera el afán que posee a la gente cuando va en busca de esos preciados garabatos.
También en mi adolescencia visitaría las puertas de atrás de numerosas salas de conciertos con la intención de conseguir cruzar unas palabras (además del preciado autógrafo) con los cantantes de los discos que empezaban a inundar mi habitación.
Poco después me convertiría en un asiduo de los camerinos del Auditorio Nacional y del Teatro Monumental cada vez que un gran cellista, violinista o pianista visitaba Madrid.
Hasta hace poco todavía compartía alfombra roja (o calles donostiarras en su defecto) con Woody Allen, Lauren Bacall, Terry Gilliam, David Cronemberg, Isabel Coixet o Leonor Watling.


Para ser que ahora toca ser acosador de escritores...

Luis García Montero
....sí le!
Juan Cruz
....sí le!
Javier Marías
....
sí le!
Almuedena Grandes
....sí le!
Juan José Millás

....sí le!
Juan Marsé
....no le! (mierda!)


Para todas mis estaciones de paso.

jueves, 11 de junio de 2009


Poniéndole banda sonora a la noche...




...porque estas noches que ya saben a verano,
aunque sigan vistiendo de primavera, no permiten el silencio

(ni siquiera el mío)

miércoles, 10 de junio de 2009

Un cuerpo de nombres (y sus sombras)


Qué desgracia saber tu nombre aunque ya no conozca tu rostro mañana, los nombres no cambian y se quedan fijos en la memoria cuando se quedan, sin que nadie pueda arrancarlos.

Busco nombres y a veces encuentro rostros (más o menos difusos). Hay veces que veo rostros y sólo puedo asociarles historias, mentiras, e incluso nombres. Otras veces no encuentro nada.
No sé si somos nombres, pero casi siempre es lo primero que conocemos de alguien. Puedo nombrarte (con mi boca o mi cabeza) pero si te miro a los ojos siempre me encuentro con el desorden de tu nombre.
Y sólo entonces me doy cuenta de que Lili Marleen simpre ha tenido para mí el nombre (y el rostro) de Ute Lemper o Marlene Dietrich. Dos personas, dos rostros pero un mismo nombre.
En los sueños es como si los nombres bailaran un vals con los rostros. Todos se confunden y se mezclan, y ya no importa quién es quién, ni si él es ella, o yo soy tú. Sé que al final de la noche los rostros se desharán de sus nombres y los nombres se sentirán desnudos sin sus apellidos.
Con las ciudades es igual que con las personas. Un día estás en Estambul y al girar la calle ya es Bizancio o incluso Constantinopla. ¿Ciudad o recuerdos? Intentamos designar con nombres los lugares, y sin embargo los lugares comunes de nuestra infancia hace tiempo que cambiaron de nombre.
Me miro al espejo (mientras me afeito o me lavo los dientes) y no sé si soy Álvaro, Yoren o Cello. (Es casi imposible no acabar siendo quien los demás creen que eres). Pero ni siquiera sé si soy el mismo de ayer o de hace un año. Y no es que uno no cambie, sino que el espejo no tiene memoria.
¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo? Cuando te pregunto quien eres, la respuesta nunca puede ser un nombre.

Un nombre puede poseer la terrible virtud de ser inolvidable, algo cuya imagen puede acabar por hacer enloquecer a la gente. Pero además de nombres inolvidables también hay nombres que no podemos olvidar (que no tiene porqué significar lo mismo).
Podemos convertir un nombre en una oración, un conjuro, una canción o una receta.

Pero raras veces un nombre es sólo un nombre

Tu nombre en mi nombre En tu nombre mi nombre
Uno frente al otro uno contra el otro uno en torno al otro
El uno en el otro
Sin nombres



sábado, 6 de junio de 2009

Planificando veranos


Después de terminar la carrera y vivir un año plagado de cosas que no aumentan en ningún caso mi currículum académico (que sí el vital) se anunciaba un verano de reclusión (al menos toda la reclusión que permite un verano) para terminar mi Trabajo de Investigación de Fin de Carrera o T.I.F.C. Sí, ese trabajo que terminé hace 4 años y que hoy está sin acabar (hoy y hace 6 meses). Un verano en Madrid...¿quién podría resistirse al encanto de ese imsomnionocturnoestivalmadrileño de 40 grados centígrados?
Pero es entonces cuando empiezan a surgir nombres de lugares: Lübeck, Frankfurt, Basilea, Stuttgart, Donosti, Conil, Algarve, Almuñécar, Campello, Santiago de Compostela, Valladolid, La Cañada...
Y ya me veo un verano más deambulando por toda la geografía española (y parte del extranjero) cual orquesta de pueblo: de feria en feria/de bar en bar/de noche en noche/de botella en botella...
Y encima con el T.I.F.C. a cuestas: un montón de folios, de discos, de partituras...
¿Por qué siempre hay algo que se cuelga a mi espalda?


miércoles, 3 de junio de 2009

Aritmética, poesía y música

Luis García Montero + Joaquín Sabina = Ángel González

Primero la casualidad puso en mis manos un disco de Sabina.
Un día al salir de casa supe que la única razón por la que lo había hecho era comprar el último libro de Luis García Montero.
Hoy puedo leer poemas de Ángel González incluso en el metro.

Unamuno pensaba que la música que no es música, es poesía

Sabina y García Montero: dos caras de una misma moneda

Cuando busco el verano en un sueño vacío,
cuando te quema el frío si me coges la mano,
cuando la luz cansada tiene sombras de ayer,
cuando el amanecer es otra noche helada,

cuando siento piedad por sentir lo que siento,
cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
cuando la nube negra se acomoda en mi cama,

cuando juego mi muerte al verso que no escribo,
cuando sólo recibo noticias de la muerte,
cuando corta la espada de lo que ya no existe,
cuando deshojo el triste racimo de la nada.

cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa
,

sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra,

al otro lado de los apagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Luis García Montero





Puedes encontrar a Ángel González en el nuevo libro de Luis García Montero (Mañana no será lo que dios quiera) y en el próximo disco de Joaquín Sabina (¿Vinagre y rosas?)

martes, 2 de junio de 2009

día 2

El 2 es un número que poco a poco ha ido adquiriendo tu sabor, aunque unas veces sepa amargo y otras dulce.

Viajamos juntos durante 2 años, y aunque ambos pasáramos bastante tiempo en diferentes vagones con otros pasajeros, era una suerte poder sentirse como en casa cada vez que volvía a mi asiento (supongo que porque sabía que el tuyo estaba a mi lado). Me gustaría conocer a quien nos vendió tan acertadamete los billetes.
Pero aquel tren llegó a su última parada y nuestros destinos nos obligaron a los dos a coger otros trenes.
Desde entonces otras personas se han sentado a mi lado, algunos rostros que ya conocía y otros que me eran completamente extraños pero que poco a poco se han convertido en habituales. Pero si alguna vez volvemos a viajar en el mismo tren, sabes que tienes un asiento reservado junto al mío.

Hoy vuelve a ser día 2. Y aunque los paisajes de nuestras ventanillas sean distintos, sigo escribiéndote como si fueran el mismo.