domingo, 17 de octubre de 2010

La vida te da sorpresas


Día a día
Verso a verso
Letra a letra
Noche a noche
Y con mañana ya son 13 días
Siempre las mismas cosas, pero siempre distintas
Conciertos
Teatro
Series/Películas
Libros
Comidas/cenas
Y personas: sobre todo PERSONAS
Gracias a todas las personas de los últimos 13 días (experiencias)
Una sorpresa tras otra: descubrimientos, reencuentros, novedades, ilusiones...
Por tu vida muerdo...
Y en breve: Donosti
Y lo que nos queda por delante

La vida nos da sorpresas

jueves, 7 de octubre de 2010

Extractos de un día en la universidad


Levantarse en la franja horaria entre las 6 y las 7 de la mañana es algo que no frecuento. De hecho posee una extraña cualidad...Estoy convencido de que me he levantado más veces a partir de las 7 de las que me he acostado, sin embargo, me he acostado más veces entre las 5 y las 6 de las que me he levantado, pero...¿entre las 6 y las 7? De momento sumemos una vez más a las veces que me he levantado.

El metro a las 6 de la mañana no es el metro. Al menos las personas que van en él no son personas sino una gran comunidad de hormigas que se mueven según actos reflejos o un complejo sistema sanguíneo del que no son más que meros glóbulos rojos. Nada de palabras, nada energía...nada de vida.

2 horas de aburrimiento colectivo. Ya me lo temía, las clases de la universidad para enseñarte a ser profesor están hechas para tontos, no es de extrañar que de aquellas aulas solo consigan salir tontos, que a su vez convertirán en tontos a sus alumnos. Parece ser el ciclo de la vida. Por si fuera poco hay quien toma apuntes, ¿de qué?

Creo que la vida universitaria no está hecha para mí: horas de espera en secretaría, incompetencia, desesperación...

"-¿Por qué vamos a la universidad? -Para aprender. -¡Pero si no aprendemos! -Algunos pueden pensar que es instructiva. -¡Ojalá!"

sábado, 4 de septiembre de 2010

miércoles, 7 de julio de 2010


Ayer fui a un concierto (bueno, eso no debería ser nada nuevo). Un concierto que podía (y muchos podrán pensar que debía) ser un concierto más. Pero no lo fue.
Fui a escuchar tocar a una persona a la que además de querer, admiro. Le admiro no sólo por su música sino por cómo es, por lo que transmite y expresa, por su forma de entender la música y por todo lo que me ha enseñado (tengo la inmensa suerte de conocerle desde hace años).
Le he escuchado tocar a menos de un metro de distancia en la intimidad de una pequeña habitación, pero también desde la distancia del último anfiteatro en grandes auditorios; le he visto tocar mi cello e incluso hemos tocado juntos. Le he escuchado tocar más de 100 veces y, sin embargo, ayer no fue una vez más. Supongo que con él nunca es una vez más.
Desde el centro de la décima fila de un discreto auditorio de un pueblo de Madrid disfruté de dos horas de la mejor música, sin capacidad para pestañear, ni tan siquiera para pensar, completamente hipnotizado por el sonido de ese cello que tantas veces he escuchado y que no deja de sorprenderme. Hasta mis oídos llegaban notas que un día escribieron Bach, Schumann y Shostakovich, pero yo sólo era capaz de escucharle a él. Emocionado como nunca (y como siempre) por su expresividad, su facilidad, su pasión, su diversión...
Uno creería que después de tanto tiempo ya sabe lo que va a pasar (lo que va sentir) cuando se dispone a escuchar un concierto suyo, pero nada más lejos de la realidad, siempre acaba sorprendiéndome, nunca sé cómo me va deleitar cada vez, lo único seguro es que lo va a hacer.
Recuerdo la primera vez que le escuché tocar...ayer le escuché como siempre: como si fuera la primera vez.

Muchas gracias Asier

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Hoy vuelvo a encontrarme con esas primeras veces de las que hablé hace poco tiempo, y descubro que esas primeras veces no han de ser necesariamente las primeras. Lo fantástico de las primeras veces es que tienen la inexplicable capacidad de repetirse. Tal vez tenga algo que ver con el río de Heráclito: uno puedo bañarse mil veces en el mismo río, pero el río nunca será el mismo; aunque quizá sea más importante que ni siquiera yo seré el mismo. Siempre nos bañaremos como si fuera la primera vez.
Puedo haber visto cientos de veces el mar (incluso haber vivido cuatro años a tan sólo unos metros de distancia); y sin embargo nunca ha perdido la capacidad de relajarme, de evadirme, de sorprenderme, de hacerme llegar a lugares inexistentes con el mero hecho de contemplarlo. Siempre lo observo como si fuera la primera vez.
Puedo haberme subido cientos de veces a un escenario (a tocar o a actuar); y sin embargo nunca ha perdido la capacidad de hacerme sentir, expresar, transmitir, vivir cosas distintas con el mero hecho de tenerlo bajo mis pies. Siempre lo disfruto como si fuera la primera vez.
Puedo haber escuchado tocar a mi profesor de cello cientos de veces; y sin embargo es capaz de hacerme sentir cada vez que le estoy escuchando como si fuera la primera vez.
No sé si esa repetición inexacta y única nace de un truco de magia o es un fallo en el transcurso del tiempo, pero lo que sé es que sin esas cosas que siempre se repiten (y nunca se repiten), sin esas primeras veces eternas, la vida sería menos vida (al menos la mía).

Porque aunque pueda parecer lo contrario: nadie besa dos veces a la misma mujer.




lunes, 31 de mayo de 2010

Segundos pasos, segundos días


Hoy se cumple un año desde que escribí mi primera entrada en este blog. Releyéndola me encuentro con esa religión del 1 y de las primeras veces; y no conozco una forma mejor de celebrar este pequeño aniversario que hablando de los segundos pasos.
Vivimos en un mundo que, por norma general, idolatra al número 1. Parece que hay que ser el mejor en algo, luchar por quedar siempre el primero en una carrera o en cualquier competición; y todo ello, más que por la satisfacción personal que eso conlleva, con el único fin de granjearnos un lugar privilegiado dentro de una sociedad que nos cubra de admiración y de elogios.
También somos fetichistas de las primeras veces y esperamos con ansia los primeros pasos de un bebé o sus primeras palabras, conservamos un recuerdo especial de nuestro primer amigo, nuestro primer amor, el primer beso, la primera cita, el primer polvo... Coleccionamos cada una de esas primeras veces como si de un tesoro se tratase y reservamos el mejor lugar de nuestra memoria para conservarlas intactas, ya que no queremos que nada ni nadie haga desaparecer esa magia que las rodea.
Sin embargo, esas primeras veces, ese número 1, no es más que un símbolo solitario que no implica absolutamente nada. Muchos son (somos) los que creen (creemos) ver en esos primeros pasos la ilusión de todo principio y todo lo que vendrá después. Pero, en realidad, el número 1 no anuncia nada más que eso: una sola vez, un solo lugar, un solo hecho.

Si queremos definir una recta necesitamos al menos 2 puntos. Y es por eso que de una vez por todas el número 2 se deshace de todos sus complejos de eterno segundón y se atreve a reivindicar su importancia y su necesidad.
Sin el número 2 no habría continuidad, ni futuro, ni ilusión. Porque lo que de verdad nos ilusiona es la proyección de nuestros pasos hacia delante, y saber que después de hoy habrá un mañana.
Sin ese segundo paso después del primero nos caeríamos y nada nos asegura que seremos capaces de volver a andar. Porque para construir una frase no nos basta con una sola palabra, necesitamos todas aquellas que vienen a continuación y que convierten un jeroglífico de letras en lenguaje y nos permiten comunicarnos y, a veces, hasta entendernos. Porque después de ese primer beso en lo único que podemos pensar ya es en cuándo llegará el segundo. Porque cualquier cosa, cualquier proyecto que queramos realizar en nuestra vida, necesita de un 1 que abra la puerta, pero si queremos cruzar el umbral y descubrir todo lo que nos espera al otro lado, si queremos continuar andando sin tropezar, necesitamos de la existencia del 2. Porque ese 2 ya no es un número solitario, sino el principio de un camino.
Si no fuese por la existencia del 2, no llegaríamos nunca a conocer el 3, ni el 4, ni el 5... Ese 2 sí que anuncia una buena nueva. En ese 2 ya brilla una chispa de ilusión.

Como casi todo el mundo sigo (y seguiré) siendo un enamorado y un coleccionista de primeras veces, pero lo que de verdad me apasiona son los segundos pasos.

A los segundos días


jueves, 6 de mayo de 2010


Existen tantas situaciones para las que no estamos preparados...
Intentamos seguir un camino más o menos establecido que nosotros mismos hemos decidido, en el fondo casi todos seguimos siendo ese niño que intenta colorear el dibujo sin salirse de la raya, pero por mucho que queramos mantener firme el paso: es imposible.
Acabamos cometiendo errores y resolviendo problemas en los que jamás antes habíamos pensado; descubrimos personas, lugares y melodías que están a más de varias jornadas de nuestro camino principal, y lo peor de todo es que son esas cosas las que acaban siendo el camino principal.
Nos obcecamos toda la vida en dirigir nuestro camino, nuestro futuro... y al final muchas de las cosas más importantes, las que más nos llenan, nacen de la casualidad.

Adoro esa casualidad.

Hay muchas situaciones para las que no estoy preparado, simplemente porque se salen de mi camino, porque nadie me dijo que tendría que enfrentarme a ellas. Y sin embargo, eso es lo que hace que sean tan especiales, lo que las hace únicas: que nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar.

Quiero vagar sin camino, no quiero estar preparado para el futuro...

¿improvisamos?

miércoles, 24 de marzo de 2010

Germany again


De nuevo ha llegado el momento de luchar contra ese monstruo imponente e inquebrantable que el idioma germano.
Uno nunca sabe cómo actuar ante semejante criptograma y me veo, cual arqueólogo, intentando descifrar un sinfín de símbolos que no me llevan a ninguna parte. Bueno sí, a Alemania.
Pero parece ser que algo sí que aprendí el año pasado, a pesar de no entender en absoluto nada de lo que leo, ahora ya soy capaz de encontrar con facilidad todo lo que busco. Una única página se me resistía como si se tratase de un pequeño poblado galo (o germano), pero hoy también ha caído.
Parece que la primera batalla está a punto de desencadenarse a mí favor.
Ahora habrá que ganar la guerra.
Dentro de unos meses veré si he sido capaz de liderar con éxito la conquista de los pueblos bárbaros.
(Aunque esta vez cuento con un as en la manga: un espía infiltrado entre sus batallones).

lunes, 22 de marzo de 2010

Insomnios (sin duermevelas)


El insomnio es un sueño sin sueño donde las ansiedades, proyectos, culpas y un catálogo de deseos se convierten en una incómoda mazmorra
.

De esta forma tan acertada define Mario Benedetti el insomnio en su libro Insomnios y duermevelas, el primer libro de poemas (y de no-poemas) que leí del autor uruguayo y que cayó en mis manos sin querer en una casa rural perdida en lo más profundo de Bizkaia y que más que prestarme, se puede decir que robé a una de las personas que más he querido (lo que no significa que haya dejado de hacerlo).
Ahora mismo no puedo imaginarme una definición mejor.

No poder dormir nos hace ocupar la cabeza con cualquier cosa o idea que ronde cerca de ella y que, queramos o no, acabamos atrapando (siempre que no se trate de un endiablado mosquito al que intentamos ahuyentar en vano, pues su zumbido nos acompañará toda la noche, que no es el caso). Lo cierto es que hoy he conseguido atrapar más cosas de las que soy capaz de sostener.

Después de un día raro (como todo hijo de domingo) en el que nuestra vida alcanza un hastío tal que parece que incluso llega a perder su sentido, sólo podía esperar una noche como la que ha llegado.
A lo largo del la mañana lancé una docena de mensajes a personas que ya no frecuento pero que hace no tanto tiempo eran el pan nuestro de cada día de un joven recién llegado a una ciudad con mar en donde descubrió violoncellos, alergias y personas. Todo por culpa y gracias a la persona que abrió un nuevo camino en mi vida elevando mis objetivos y alejando mis metas y a la que hoy debo tantas cosas (y una carta, quasi de recomendación, quién lo diría!, es cierto que el mundo está loco y que va a peor).
Es por eso que he recordado canciones y risas y crestas y viajes y a los que se fueron y a los que vinieron, quién sabe si de verdad mejores o simplemente distintos. Hoy nos he vuelto a ver juntos en un escenario que no había olvidado y que me gusta saber hay quien todavía recuerda.
Pero además de pasado, en esos mensajes, también estaba escondida la palabra futuro. Escondida es la palabra, porque realmente es un futuro que no me acabo de creer.

Y por la tarde no mejoró la cosa.

Y la verdad es que no busco un sentimiento cercano a la nostalgia, sino más bien al cansancio, a pesar de no poder dormir. Y por eso en el silencio de la noche he rescatado recuerdos y personas; desde aquella muchacha que me robó el tiempo cuando ni siquiera sabía lo que era, hasta aquel teatro que no llegué a descubrir, ni a observar, pero que sentí como pocas veces antes.
Hoy en día con el overbooking de información, archivos y fotografías no es difícil volverse a ver en casi cualquier lugar, común o de paso, y reconocerse aunque no se quiera:

y perderse en no se sabe dónde
y no saber qué buscar
y reencontrar lo que no se quiere
y querer lo que no se puede
y no poder soñar (por no poder dormir)
y sentarse a escribir, sin nada mejor que hacer ni que ocultar.

Al final acaba uno sintiéndose rodeado de gente, a pesar de estar solo, aunque siempre se está tentado a pensar que en realidad siempre se está solo. Y entonces es cuando se empiezan a echar en falta cosas. No sé si por necesidad.

Y la culpa de todo seguramente sea de Benedetti, no se puede estar pensando en relatos y acabar engañado por un embaucador de palabras que nos lleva a su terreno con el más dulce de los acentos y las mejores palabras. De todas formas, es imposible no caer en la trampa. Bendita trampa.
Pero como dice el poeta, menos mal, menos que me conozco, y que mañana será otro día en el que no sólo se abrirán las puertas sino también las ventanas y las vidas.

Quien hubiera dicho que al final estas palabras de otros iban a acabar siendo mías.

Intentaré volver a dormir.
Quedamos de nuevo dentro de unos cuantos minutos.
Buenas noches.


domingo, 28 de febrero de 2010

Muchas veces las conversaciones sin importancia en lugares sin importancia pueden acabar convirtiéndose en algunos de los momentos más importantes de nuestra vida

viernes, 26 de febrero de 2010

Indignación

Porque la historia no es el telón de fondo... ¡la historia es el escenario! ¡Y vosotros estáis en el escenario!

sábado, 20 de febrero de 2010

Redescubriendo la noche


Hay días que la noche madrileña se convierte en una canción de Sabina más fácilmente de lo que uno espera. Por otro lado, pocas cosas puede haber más sabinianas que la noche de Madrid.
Y nos vemos cerrando bares y habitando buhardillas.
Encerrado entre una conversación inesperada y una mujer desconocida.
Y al despertarnos ya avanzada la mañana del sábado, un nombre y un número de teléfono apuntado con bolígrafo en la mano nos recuerda los sabores de la última noche.

viernes, 12 de febrero de 2010

La palabra


...Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabras... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto trnsmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.


Pablo Neruda

domingo, 17 de enero de 2010

Formas de explicar


Un escenario vacío y a medio iluminar. ¿Vacío? No. Puede olerse que en ese lugar ha pasado algo o mejor dicho, que en ese lugar va a pasar algo. Una silla. Una mesa. Una cama. Algo de ropa esparcida por la habitación. Podemos observarla todo lo el tiempo que queramos, pero nuestra mirada no puede detenerse en ningún lugar en concreto, sino navegar entre las cosas para intentar escuchar todo aquello que esos objetos dirían si pudiesen hablar y que nos están contando con su sola presencia. Pero no ocurre nada todavía (¿o sí?)


El ambiente se relaja (los violines continúan con la melodía mientras aprovechas para descansar). Ahora empiezas a acompañar a esos violines dialogando con ellos.

Y entonces entras lentamente en escena. Una mujer. Sola. Sin movimientos bruscos. Pero sólo con su caminar eres capaz de sentir todo el drama que lleva por dentro. La luz comienza a debilitarse mientras un único punto fijo sigue los pasos de la mujer. Que cae tendida en la cama como si hubiese muerto de dolor tras la tragedia.







No.
No estoy hablando de teatro.

Esto es una clase de cello.

lunes, 11 de enero de 2010

Nieve


No sé si es por la nieve o por el reflejo de las farolas sobre ella que imprime una atmósfera como anaranjada a las calles y edificios.

No sé si es porque es de noche y no tengo sueño o porque hoy escucho el silencio de otra manera.
No sé si algo ha cambiado o todo sigue igual.
Ni siquiera sé si al asomarme por la ventana estoy viendo la misma ciudad de siempre o si Madrid se ha vestido de gala esta noche.

...un largo vestido blanco que se deshacía entre el calor de mis manos...

"El silencio de la nieve (...)
Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve".

viernes, 8 de enero de 2010

Cocinando


Empieza a oler a que el TIFC (Trabajo de Investigación de Fin de Carrera) ya está cocinado. Ya va siendo hora de sacarlo del horno. Seguro que está muy rico.

(Ahora sólo me quedan 320 páginas de revisiones y correciones.....)